Estamos cumpliendo veinte años de nuestra Asociación de la Empresa Familiar de Aragón y parece oportuno hacer balance de los logros, pero, no es lo que pretendo. No soy la persona indicada para explicar a la sociedad sobre la historia y objetivos de nuestra Asociación.

Solo pretendo difundir mi experiencia personal, también mi observación, especialmente, de las personas que están al frente de empresas familiares que son mis compañeros de la Asociación y colegas en la profesión.

Con motivo de la conferencia que cada año suelo hacer en el marco de la Cátedra de la Empresa Familiar, explico: “los empresarios familiares no somos unos privilegiados, somos comprometidos…” porque estamos comprometidos con nuestras familias en primer lugar, estamos comprometidos con nuestros trabajadores, también con nuestra tierra, con nuestros proveedores y con… nuestros bancos.

Nuestras familias en primer lugar, pues sin el apoyo de nuestros cónyuges y el cariño y responsabilidad para con los hijos no se soportan bien las tribulaciones que vienen, los desvelos… Con ambición e inquietudes para prosperar y cierta complicidad con el riesgo, solamente, no se cocinan los mejores proyectos.

Somos empresarios familiares y pensamos en nuestros futuros sucesores, claro, si es posible de la familia, porque es en la familia donde participamos de una cultura común, de la misma ilusión, también de la preocupación, del esfuerzo, del sueño ideal para nuestro proyecto y es un sueño largo e intenso. Buscamos la seguridad para nuestra empresa pues lo es también para el futuro de la familia.

Estamos comprometidos con nuestros trabajadores, pues en el entramado de las pymes y de las microempresas se establece una relación, precisamente factible por su tamaño, que es cercana, de confianza y de mutuo conocimiento, de aprecio personal y todo ello constituye la urdimbre ideal para el máximo compromiso.

También con nuestra tierra, tierra que abrazamos por su historia, por sus tradiciones, por nuestros antecesores y por los hijos que nos sucedan.

No nos vale tampoco un señuelo fiscal y aunque nos cueste caro y a veces muy, muy caro, nos quedamos aquí, tozudos, porque amamos nuestra tierra,  “ande, ande… que somos maños”

Con los proveedores, los hacemos amigos, nos relacionamos de un modo estable en el tiempo, no nos gusta cambiar si va todo bien… si las cosas no funcionan, primero hablamos…

Comprometidos con los bancos, pues sí, somos fiables, serios con nuestras obligaciones contraídas, respondemos con todo lo que haga falta. En este sentido las distintas etapas de la empresa pueden ser duras, muy duras.

Dije “no somos privilegiados” pero falta algo que explicar, muchas personas nos asocia con alto nivel de vida, con cierto poder material y tengo un gran interés en dejar claro que esa apariencia muchas veces produce equívocos, que nosotros tenemos conciencia y preocupación por las personas que sufren desamparo.

Somos comprometidos” por todo lo expuesto puede entenderse hasta qué punto y, también, estamos orgullosos de crear empleo. Eso, crear empleo es lo más, de lo más, no hay mayor satisfacción. Por todo lo dicho, por lo no dicho y por lo que siento “soy un privilegiado”

El profe… ¿Qué quieres ser de mayor?

El niño… futbolista, médico, enfermera, astronauta, policía, bombero… emprendedor.

Nuestra profesión tiene, también, algo vocacional, así lo siento.

Gracias por leerme.

Jesús Gracia Armendáriz