Daniel Rey está convencido de que las cosas hay que hacerlas con ilusión y con disposición a dar lo máximo de uno mismo. De ahí que asuma su nuevo cargo como presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Aragón (fue elegido el pasado lunes) con «vocación de servicio». El directivo de Rey Corporación, segunda generación en esta compañía familiar, hace hincapié en que el mundo empresarial está repleto de buenos ejemplos de empresarios «trabajadores, humildes y honestos». «Yo tengo un caso muy próximo que es mi padre», afirma.

¿En qué momento se encuentra la empresa familiar en Aragón?

Recientemente el Instituto de Empresa Familiar publicó un primer estudio con datos objetivos sobre la empresa familiar y las conclusiones que sacaba son muy extrapolables a las que sacaban para Aragón. Decía tres cosas que para mí son especialmente relevantes: que las empresas familiares representan el 90% en número de las compañías privadas de este país y de esta Comunidad, que a igual volumen de facturación generan un 70% más de empleo que las empresas no familiares y que están menos endeudadas, lo cual es una garantía más de estabilidad. Lo importante de las empresas familiares, lo que las diferencia de otras, es que al final son empresas con valores. Con estos datos se demuestra el sacrificio de las empresas familiares por superar las dificultades y mantener la empresa viva.

¿Se han destruido muchos puestos de trabajo durante la crisis?

Sí. Pero de ese estudio se concluye que se han destruido muchos menos empleos en proporción en las empresas familiares que en las no familiares. Han ajustado costes de una manera distinta a lo que es puramente una reestructuración de plantillas.

Y con todos estos datos positivos, ¿usted cree que la empresa familiar está suficientemente valorada en Aragón?

Está más reputada que otras instituciones en esta tierra. Quizá no lo suficiente. A veces se nos olvidan cien acciones buenas por una mala. Es una labor que tenemos los empresarios, la de poner en valor todo aquello que las empresas familiares hacen por el territorio.

Muy ligado al concepto de arraigo y de generosidad.

El seguir poniendo en valor la empresa familiar es uno de los objetivos que se ha marcado como nuevo presidente de AEFA. ¿Este reto por dónde pasa?

Hay mucho trabajo de explicar lo que reportamos al territorio. Hay que ser transparente y explicar, además de lo que pensamos que hacemos bien, lo que aspiramos a mejorar y lo que creemos que el entorno tiene que hacer para facilitar el buen desarrollo de nuestra actividad.

Toda una labor de comunicación.

Sí. Creo que hay muchas empresas con una trayectoria brillante y una experiencia que es digno que se conozcan más. En Aragón a veces pecamos de mirar mucho al exterior y valorar poco lo que aquí tenemos.

Desde AEFA han expresado su malestar por la política fiscal del Gobierno de Lambán, que ha aumentado, entre otros, los tipos en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones y en el de Patrimonio. ¿En qué medida la Administración puede dar un trato más cariñoso a la empresa familiar?

Hay una cosa básica, que es el diálogo y la colaboración. Ese espíritu que tenemos en la asociación existe también en la Administración.

Hace unos meses se tomaron una serie de medidas desde mi punto de vista no acertadas, quizá no por un acto de perjudicar intencionadamente a las empresas familiares sino por una serie de urgencias económicas, que a veces implica que se tomen decisiones con premura que no son las más correctas. Se está demostrando que algunas de las medidas que ha tomado la Administración no son las más acertadas para el conjunto del bienestar general de la sociedad aragonesa, especialmente a medio plazo.

¿Qué le gustaría a la asociación que preside que hiciera la Administración en política fiscal?

Lo que nos gustaría es que no existiera una sobreimposición que se ha impuesto sobre las empresas familiares respecto a las no familiares siendo además que la empresa familiar es un bien social.

No beneficia a nadie porque pone en peligro la transmisión de la propiedad de las empresas familiares entre generaciones y porque es un tributo que las no familiares no pagan. Al final lo que hace es que si desaparecen empresas en Aragón hay menos trabajo, menos producción, etc.

Eso además hace que la recaudación impositiva sea menor y se está viendo.

¿Puede haber margen de maniobra entre las dos partes?

Sí. Creo en las personas más que en los entes. Las personas en general somos lo suficientemente responsables y humildes para rectificar y asumir que nos hemos equivocado. Y ahí tenemos una labor importante desde la asociación, hacer ver a las personas que tomaron estas decisiones que no son buenas ni para los ciudadanos ni para la Administración.

¿Qué otros retos se marca como presidente de la asociación?

Hay dos cosas que me parecen esenciales dentro del ámbito empresarial en general, y quizá con un poco más de foco en las empresas familiares. Creo que es verdad que las empresas en este país adolecemos de tamaño y que necesitamos ser más competitivas.

No lo digo yo, lo dicen muchas instituciones y personas que saben de esto. Ahí AEFA puede ayudar a las 60 empresas socias y a las 28.000 compañías familiares que hay en esta región. Puede contribuir en competitividad ayudándoles a invertir en formación y puede formar en temas inherentes a lo que es la empresa familiar, como relevo, protocolo, consejos de familia, etc. Además con la experiencia que tienen las empresas de la asociación y otras que no son miembros se puede potenciar la generación de equipos profesionales.

¿Y sobre la dimensión?

Para tener empresas más grandes y más competitivas hace falta tener buenos profesionales, eso es indispensable. Ahí las empresas familiares tienen una labor importante de motivar a los ejecutivos.

Y creo además que hace falta recuperar el espíritu del esfuerzo y del inconformismo en general en las empresas y en sus equipos directivos. Y en eso la asociación puede aportar su experiencia y su visión.