Nuestro país tiene un sistema fiscal que se puede considerar como moderno y equilibrado (aunque se puede seguir mejorando) y cuenta con una Administración Tributaria que goza de gran prestigio internacional.

Pero hay dos supuestos que no responden a esos principios de modernización y razonabilidad como son el Impuesto sobre el Patrimonio y el de Sucesiones y Donaciones.

El IMPUESTO DEL PATRIMONIO,  es un gravamen injusto, obsoleto, contraproducente e ineficaz en base a los siguientes argumentos:

a.- Es arbitrario y tremendamente desincentivador del ahorro. Y, en ese sentido, lastra el crecimiento y por tanto la creación de empleo.

b.- Este impuesto ha fracasado en todos los países. Muchos no lo han tenido nunca en vigor y los que lo tuvieron, fracasaron y, por tanto, lo eliminaron.

Los últimos en eliminarlos fueron Suecia en 2007 y Finlandia, junto con Luxemburgo, en 2006. Sólo hay un país que lo mantiene, Francia, pero con tipos impositivos muy inferiores.

Actualmente, dos de los candidatos a la Presidencia del país en las próximas elecciones han prometido eliminarlo.

En tal caso, España quedaría como el único país del mundo con esta figura tributaria (aunque en algunos cantones suizos existe, pero su carácter es principalmente censal). Por ello, podemos decir que es un tributo obsoleto.

c.- Supone una doble imposición, ya que se grava el ahorro, cuyo origen es una renta que ha tributado anteriormente. En este sentido, es totalmente regresivo.

d.- Es prácticamente irrelevante su capacidad recaudatoria. La recaudación actual es aproximadamente de 1.300 millones de euros. Solamente los costes directos e indirectos de esa recaudación no justifica su existencia.

Pero si además tenemos en cuenta que su supresión reactivaría el crecimiento económico y la creación de empleo a través del aumento del ahorro y de la inversión (así se ha constatado en los países o regiones que lo han eliminado y la doctrina científica así lo confirma) la recaudación derivada de esos hechos superaría con creces dicha cifra. Por ello, es ineficiente.

e.- Este impuesto no lo pagan ni lo pagarán nunca las grandes fortunas debido a su planificación fiscal, tanto nacional como internacional. Por ello, es injusto; pues sólo lo pagan las clases medias.

f.- Por último, impulsa la deslocalización de individuos y patrimonios, distorsionando las decisiones de inversión.

Hay que indicar a este respecto el cambio de residencia realizado por extranjeros que viven en nuestro país por culpa de este gravamen a otros países en que no existe dicho tributo y que son nuestra competencia en materia turística, como Portugal, Italia, Grecia, Turquía, Croacia, etc.

En este mismo sentido se pronunció el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, al anunciar en el año 2007 su eliminación justificando la decisión al decir: “Se considera más justo, simplificado y racional que se produzca su supresión. Es un tributo que recae sobre las clases medias, pero no sobre las más altas que tienen fáciles mecanismos de elusión. Su supresión es un estímulo para que en este país no se penalice el ahorro. Es un tributo en vías de extinción en Europa. Por todo ello, considero justa su eliminación”.

Cabe señalar, al respecto, que algunas publicaciones como el prestigioso The Wall Street Journal calificaron la supresión como “la mejor idea propuesta en materia económica por el

Gobierno español”. En conclusión, cabe manifestar el total rechazo a este impuesto al ser injusto, obsoleto e ineficiente y por sus graves perjuicios para el crecimiento económico. Si estamos en una crisis de insuficiencia de ahorro, es una verdadera inoportunidad gravar dicho ahorro.

 

El segundo impuesto injusto y poco razonable es el IMPUESTO SOBRE SUCESIONES Y DONACIONES, que además tiene los mismos defectos que el de Patrimonio.

Habría que añadir la discriminación que supone, por ejemplo, para los residentes en Andalucía; donde es casi confiscatorio (como así lo indica Fernando Fernández, ex economista principal del FMI) respecto a otras comunidades dentro de España, en las que prácticamente no existe ese impuesto.

No es normal que en un país donde existen 17 comunidades autónomas haya veinte legalidades distintas del Impuesto de Sucesiones. Hay una ley para una de las quince autonomías de régimen común. Navarra tiene una propia norma. Además, habrá que sumar otras tres más para cada una de las haciendas forales vascas. Para llegar a las veinte, la Administración central cuenta con la propia legislación estatal que aplica a los no residentes y que Europa ha calificado de discriminatoria en varios aspectos. Por ello, este impuesto no es equitativo.

Armonización

Ahora está en debate una armonización de este tributo entre las diversas comunidades autónomas del país. En el caso de que se produzca dicha armonización fiscal, indudablemente el modelo a imitar sería el de la Comunidad de Madrid, donde está casi totalmente bonificado (al 99%), o el de Canarias, donde está bonificado al 99,9%. Se ha constatado que al eliminar en la práctica este impuesto junto al de Patrimonio, el crecimiento económico y la creación de empleo mejoró sustancialmente.

 

Por ello se puede decir que dicha comunidad autónoma va por el camino correcto en su actual modelo fiscal, pues ha hecho posible hacer atractiva la inversión empresarial.

Esto es un hecho incuestionable en todo el mundo. Ojalá nuestras autoridades sean lo suficientemente sensatas en este tema, elijan este modelo fiscal y nos alegraremos todos por las consecuencias tan positivas para crear riqueza y empleo en todo el país. Sólo recordar que dicha región atrajo el 51% de la inversión extranjera del país, cuando su aportación al PIB es del 18,8%; habiendo aumentado dicha aportación en la última década más del 17%. Además, un reciente estudio de la Tax Foundation define el tributo sobre sucesiones como una mala política económica por actuar sobre el stock de capital. Al tener una base imponible estrecha, un alto coste de cumplimiento  de las obligaciones fiscales y una escasa recaudación, muchos países han considerado que este tributo no cumple los requisitos mínimos para ser eficiente.

Actualmente, quince países de la OCDE, entre ellos Suecia, Noruega, Austria, Canadá o Australia, no utilizan ya este tributo, y cada vez más países eliminan este gravamen.

Para terminar, subrayar las palabras del ministro de Finanzas del Gobierno sueco, Anders Borg, que ha sido nombrado el mejor ministro de finanzas de toda Europa en diferentes ocasiones por Financial Times: “Para crear empresas debe haber un creador. No hay Ikea sin lngvar Kamprad. No hay Tetra-Pak sin Ruben Ausing. Son dos de los mejores emprendedores que ha tenido Suecia (…). Y los dos se fueron a vivir fuera de Suecia. Si tienes un Impuesto sobre el Patrimonio o un Impuesto de Sucesiones, los empresarios emigran porque se vuelve cada vez más costoso mantener una empresa. Y los emprendedores son factor de producción.

La cohesión social es necesaria, pero es un problema pretender alcanzarla a base de ahuyentar a quienes crean empleo”.

Víctor Guzmán del Pino

Inspector de Hacienda del Estado.

Exprofesor asociado de la Facultad de Empresariales en la Universidad de Granada.